Diego Azubel recorrió 4.000km de La Gran Muralla China


Un argentino llamado Diego Azubel  recorrió  en 15 meses 4.000 kilómetros de La Gran Muralla China caminando (distancia equivalente a recorrer México de norte a sur).

Alto, moreno y de una largueza ascética, Diego Azubel parece dominado por la pasión de caminar. Este argentino residente en Pekín, descendiente de judíos sefarditas asentados en Izmir y emigrados a Buenos Aires, está pensando en hacer, a pie, el trayecto entre Nepal y la capital tibetana, Lhasa, emulando a los espías británicos y nepaleses que elaboraron en el siglo XIX la cartografía de esa ruta, antes de la invasión británica.

Es un viaje complicado por la dureza del paisaje y las alturas, pero Azubel sabe de qué habla. Ya recorrió, caminando, la Muralla China: 4.000 kilómetros en 15 meses, 9 de ellos solitario.

El viaje comenzó con cinco personas el 9 de octubre de 2000 en la fortaleza de Jiayuaguan, provincia de Gansu. Al quinto día, el grupo fuedespertado a patadas por policías y arrestado por encontrarse cerca de una "zona restringida". "Pensé que iba a ser imposible", recuerda.

"A los diez días, el equipo de cinco quedó reducido a cuatro, y diez días después caminaba con un solo compañero. Lamentablemente este cuarto se enfermó y los últimos nueve meses los hice solo", explica Azubel.

Al primer mes, una lesión desatendida y mal tratada en la rodilla derecha, hizo que ésta se le hinchara hasta casi dos veces el tamaño normal, pero nunca pensó en abandonar, ni cuando caminaba a 20 grados bajo cero sobre la nieve ni cuando se tostaba bajo el sol del desierto o masticaba arena en una tormenta.

A un ritmo de 3 a 30 kilómetros diarios, según las circunstancias, la gran caminata concluyó el 31 de diciembre del 2001 en Shanhaiguan, provincia de Liaoning, donde la muralla muere en el Mar de Bohai. Era fin de año, y la mayoría de los periodistas convocados para la ocasión prefirieron quedarse en casa celebrando.

Quizá porque su nombre no es anglosajón, la hazaña de Azubel no tuvo un gran eco y el caminante aún no ha encontrado salida para las 68 horas de video y el montón de fotos que se trajo. Pero este hombre de 33 años fascinado por los paisajes desérticos no tiene prisa. El libro que relatará su experiencia "aún está a medias", dice.

Según se relata en el sitio de Internet de la galería Chouinard, de Hong Kong, su trabajo como fotógrafo comenzó en 1990, en el campo de la moda. Luego cubrió eventos musicales, como el Voodoo Lounge Tour de los Rolling Stones. Y en 1996 decidió dedicarse a sus dos pasiones: recorrer el mundo y retratarlo.

Los recuerdos más vivos de sus viajes tienen un protagonista: el campesino chino. "Humilde, generoso, honesto y simpático: un amigo que nunca niega techo y comida al viajero que pasa por su aldea", afirma el caminante.

¿Mucha pobreza? "La pobreza real es la de quien necesita bienes materiales y nunca consigue sentirse satisfecho por más cosas que compre. Ellos, los campesinos del trayecto, cultivan sus propias verduras, tienen ganado, carretas tiradas por animales y sonríen de una forma que no ves en las ciudades", dice.

En cuanto a la experiencia con el Estado, fue de lo más variopinta. "En el oeste, la policía y el ejército no parecen estar muy informados acerca de qué hacer con un extranjero que camina por el desierto. Su primera reacción es detenerlo, pedirle el pasaporte y, a veces, dinero. En Shaanxi, los funcionarios se mostraron extremadamente amigables y ayudaron mucho, cosa que no sucedió en Ningxia".

"La primera reacción es de sorpresa, pero al oír mi historia, y que venía caminando desde Jiayuguan, una sonrisa iluminaba su rostro, cambiaban de actitud y ayudaban lo que podían".

La gente se mostraba asombrada y siempre preguntaba lo mismo: "¿solo?", "¿no tienes miedo de que te agredan o te roben?". "China es uno de los países más seguros del mundo, lo cual es impresionante si tenemos en cuenta su enorme población de 1300 millones".

La muralla tiene muchos aspectos, el muro de ladrillo o piedras, ancho con torres y escaleras de las postales, es sólo uno de ellos. La muralla es una línea de tierra, un ligero promontorio de adobe, los primeros indicios de ladrillo comienzan a aparecer en la provincia de Shaanxi. En varios lugares, la muralla se interrumpe durante kilómetros, desaparece, y la gente del lugar no sabe por dónde continúa, ni parece muy interesada, lo que es algo desconcertante, dice el caminante. "En la gran caminata no hubo tiempo para el tedio ni la monotonía".

"La muralla cambiaba cada día, y el paisaje con ella. Y también la comida que me daban, la gente que encontraba, sus dialectos, los animales salvajes y las cosas que ocurrían. Ningún día era como el anterior, cada día descubrías algo nuevo."

Fuente: El Clarín.

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