Estudiar una carrera universitaria puede frenar el proceso de envejecimiento del cerebro hasta una década
Estudiar una carrera universitaria puede frenar el proceso de envejecimiento del cerebro hasta una década.
"Mens sana in corpore sano". Como dice la famosa cita del poeta romano Juvenal, no se trata sólo de mantener el cuerpo en forma, sino también de tener una mente alerta. Por eso, los especialistas recomiendan mantener el cerebro ocupado a toda edad.
No poder mantener la atención por tiempo prolongado, olvidarse el nombre de un amigo o no encontrar las llaves son algunos signos de que el cerebro se está desgastando. Es lo que los especialistas llaman declinación de funciones de control cognitivo, capacidades que se relacionan con la atención y la memoria. Estudiar puede servir para poder retrasar este tipo de envejecimiento.
“Hay estudios que evidencian que mantener activo al cerebro ralentiza el proceso de envejecimiento neurobiológico e intelectual”, explica el Dr. Jorge Colombo, investigador del CONICET.
“Está demostrado que cuanto más activas se mantengan las capacidades cognitivas, mayores serán las conexiones sinápticas que se establecen, y mayores son las chances de tener una buena capacidad cognitiva a medida que se avance en edad”, explica Moisés Schapira, especialista en medicina familiar y gerontología y director de Hirsch, un centro para adultos mayores y de rehabilitación.
Es que si bien con los años algunas funciones del cerebro van declinando, también hay otras que continúan desarrollándose. “En diferentes niveles del desarrollo humano, si bien se verifican continuas declinaciones de distintos aspectos y funciones, también se suceden procesos de integración y aprendizaje complejos”, explica Sebastián Lipina, de Neurobiología Aplicada del CEMIC.
Por eso, si alguien nota que su mente ya no responde como antes, lejos de deprimirse es necesario considerar esa situación como un llamado de alerta y una oportunidad para seguir formándose.
Mantener la cabeza despierta ayuda a reducir la aparición de algunas enfermedades degenerativas como el alzheimer. Esto se debe a que el ejercicio intelectual propicia “mecanismos de reparación o de utilización de circuitos o estrategias alternativas”, asegura Colombo.
Fuente: Clarín
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