Cuando la abeja macho eyacula, sus testículos explotan y se quedan dentro de la hembra
Quienes de nosotros no ha tenido un amigo, un familiar o alguien cercano al cual se le hubiese catalogado de “zángano”, indicando como equivalencia una persona floja y que no aporta absolutamente nada. Probablemente un término tomado en algún momento por apicultores, haciendo una analogía de los zánganos provenientes de colonias de abejas.
Para todos ustedes que alguna vez se les dijo que eran “zánganos”, por favor siéntase orgullosos de serlo, porque la verdad es que ser zángano significa ser la razón de ser de las abejas, ser hijos pródigos, a los cuales se les mima, se les cuida, alimenta, protege. Ellos son la carta de garantía hacia la perpetuidad de la colonia, ya que con son los emisarios de los genes de la reina y sin ellos, las abejas no existirían hasta nuestro días.
Las abejas trabajan incasablemente almacenando polen y miel, se desarrollan con abundantes obreras y nodrizas. Una vez que han logrado las condiciones ideales, la reina cambia su ciclo de postura, generando un proceso de “clonación” y la colonia se prepara para recibir a sus “gladiadores genéticos”.
Los zánganos son las fichas que apuesta la reina, para que al menos uno de ellos, se aparee con reinas vírgenes que todas las temporadas se lanzan a sus vuelos nupciales. El premio, transmitir los genes a nuevas generaciones de reinas, obreras y zánganos. Uno y hasta 20 zánganos, tendrán la oportunidad de aparearse con la misma reina y sus espermatozoides quedarán almacenados en la espermioteca durante toda la vida de la reina o hasta que se agoten.
Pero la naturaleza es muy sabia y ha generado medidas de control que garantizan la reducción de la probabilidad de la extinción por problemas de consanguinidad que se pueda generar al aparearse un zángano o varios zánganos con una reina de su misma familia.
La espermioteca ha evolucionado a tal punto que almacena el semen de cada zángano por separado y la reina por un mecanismo que aun se desconoce, cada cierto tiempo, utiliza un semen distinto y por ende, las hijas tendrán una madre común y varios padres que se agruparán en subfamilias.
Las reinas constituyen un verdadero reservorio de material genético que es almacenado en su espermioteca y que lo utiliza cíclicamente para garantizar la diversidad y para defenderse de la consaguinidad y evitar su extinción por falta de obreras.
Pero eso no es todo, cuando se da la situación que la reina es familiar de un zángano del cual está utilizando su semen, al tercer día de la postura de los huevos, cuando eclosiona la larva, las nodrizas reconocen estas larvas consanguíneas y las eliminan. Este mecanismo de protección hacia la consanguinidad que realizan las abejas, en apicultura se de le denomina “cría saltada” y es la señal inequívoca que se está frente a un problema de consanguinidad, el que debe ser analizado a lo largo de un periodo, ya que puede ser sólo puntual y no necesariamente afectará a todo el semen guardado en la espermioteca de esa reina o de un conjunto de reinas.
Desde un punto de vista más genético, la consanguinidad de las abejas se produce cuando en un apiario se reducen el número de los alelos del sexo. Estos son 19 y mientras más se reducen por reproducción consanguínea, mayor será la probabilidad de tener “crías saltadas”. Las pérdidas económicas que cada año se genera en la apicultura por la baja en la producción de miel, por esta pérdida de los alelos del sexo, aun son desconocidos por la mayoría de los apicultores.
Otro mecanismo de protección que tienen las abejas para reducir la consanguinidad es el agrupamiento de los zánganos a la caza de reinas vírgenes y así disminuir la probabilidad de un evento consanguíneo. Una vez que los zánganos alcanzan su maduración sexual, se agrupan, creando bancos naturales de zánganos que están al acecho de las reinas que se lanzarán a sus vuelos nupciales. Los más capaces y los más veloces, lograrán aparearse con la reina. Ella, volverá con parte del aparato reproductor del macho a la colmena, el cual explota al momento de la eyaculación. Será limpiada por sus nodrizas reales y nuevamente se lanzará a un segundo vuelo, a un tercero y hasta un vigésimo vuelo en varios días seguidos. Este proceso de apareamiento, la reina lo realiza una vez en su vida.
La explosión del aparato genital del zángano al momento de la eyaculación, evidentemente trae consigo su muerte, pero al mismo tiempo asegura, que este zángano no se aparee con otras reinas. Esto es una media verdad, ya que desde el punto de vista biológico, todos los zánganos que produce una reina, tienen exactamente la misma carga genética o un porcentaje de ellos, en caso de ser una reina híbrida.
Al contrario si no existieran las hembras no habria la especie -.-
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