El veneno del abejorro gigante japonés es capaz de disolver la carne humana.


El veneno del abejorro gigante japonés es capaz de disolver la carne humana.


En Nagano, Japón, han muerto muchas personas a causa de los avispones. Su veneno es muy potente, y su picadura muy dolorosa. Incursionan en la apicultura. Las abejas oriundas japonesas no elaboran mucha cantidad de miel, así que en Japón, se importan abejas europeas, que no han desarrollado defensas contra el avispón gigante.

Trampa de abejorros

Cuando el nido está en el cénit, y la población es máxima, las obreras buscan fuentes más grandes de energía. Antes las cazadoras actuaban en solitario, pero ahora no dudan en atacar en grupo.

Primero, atacan a su pariente el avispón amarillo (Vespa simillima xanthoptera), cuyo botín supone miles de individuos, y de 3000 a 7000 larvas y crisálidas. Son la mitad de pequeños y no son presa fácil, pero los avispones gigantes son más fuertes, más grandes y más decididos. Acaban con ellos, y los que quedan huyen abandonando a sus crías. Su forma de comer es exprimir a las víctimas y tomar el interior. Pueden consumir 400 larvas de avispón amarillo al día.

Seguidamente, atacan también, a la abeja importada europea. El avispón es 5 veces más grande que ella. Las defensoras superan en número a los avispones, pero no consiguen salvarse, porque 30 avispones matan 30.000 abejas en 3 horas. No es una batalla, es una masacre, las cortan por la mitad, dejándolas moribundas. Los pocos soldados que quedan no pueden con ellos, así que llegan hasta la miel, las crisálidas y las larvas, que les sirven de alimento durante semanas.

Los lugareños cerca de Nagano, veneran los espíritus de las víctimas. El sustento de estas gentes depende de las abejas. Saben que cada otoño ponen a las abejas europeas en peligro. Millones caen cada año, y es por esto, que les hacen una ceremonia de respeto y honor.


Atacan también a la abeja nativa japonesa, pero estas han desarrollado un sistema increíble para mantenerlos a raya, tanto a los avispones amarillos, como a los gigantes.

Cuando llega la avanzadilla, el avispón explorador, las abejas le invitan a entrar al nido. Él entra para marcarlo con su feromona, porque así es como está visible olorosamente a sus congéneres. Las abejas, entonces, balancean sus abdómenes para comunicarse la estrategia, aguantando hasta el último momento. Le invitan a entrar a la colmena, y de pronto, se ve rodeado por centenares de abejas, las cuales no le pican, sino que empiezan a vibrar aumentando la temperatura colectiva hasta los 47ºC. Las abejas japonesas aguantan hasta los 48ºC. El límite del avispón es 46ºC, así que el avispón explorador muere por asfixiado y asado lentamente.

La propia naturaleza, limita el imperio con la llegada del invierno. La reina entra en un estado de gran debilidad. En esta fase pone huevos sin fertilizar, que se convierten en machos que dan esperma. Algunas larvas se desarrollan como reinas.

Los machos vuelan para fecundar a otras reinas de otros nidos. Son aceptados sólo a mediodía durante unas horas. Todos son bienvenidos pero sólo uno se aparea. Mueren a los pocos días y no tienen aguijón.

Las reinas fertilizadas buscan donde hibernar. Lo que el hombre no ha podido evitar, lo hace la naturaleza y el frío. Mueren de hambre literalmente.


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